05 noviembre 2011

El señor Francesc-Marc Alvaro es nacionalista y separatista, lo cual es obviamente legítimo. Pero criticable. Y más aún lo es que sienta agravios imaginarios, y que considere a España como la potencia opresora de Cataluña.

El tribalismo es un instinto universal, que afecta incluso a personas leídas. Cuenta Arthur C. Clarke, al principio del guión del film "una odisea espacial", cómo dos tribus de prehomínidos salían de sus cuevas todos los días a hacer la aguada, separadas por el arroyo,y, a pesar de sus escasas fuerzas, cumplían el ritual de gritar y amenazarse para marcar el territorio,operación que encabezaban eficazmente las "élites" de ambas tribus. Un millón de años después, una gran mayoría de los catalanes no ven incompatibilidad entre su condición catalana y española. Y eso parece exasperarle al señor Alvaro, por lo que afirma que esos catalanes son "esclavos que no son conscientes de serlo". Es una dialéctica ofensiva y paternalista, completada con el tópico del "expolio fiscal".

Por cierto, qué poca memoria tiene la burguesía catalana.Durante siglo y medio, España protegió con un arancel productos mayoritariamente catalanes, frente a otros extranjeros a menudo mejores, mientras los trabajadores de toda la península sudaban en Cataluña para construir el progreso. Y ahora nos pagan a todos con el irredentismo.